sábado, 7 de junio de 2008

Se comen los huevos de serpientes esos cuervos negros que se acercan a lo lejos. Juegan dando círculos en el aire, gritando, llorando, alardeando muchas veces más. Solo se escucha el ruido del silencio. El tiempo se detiene. La hoja del otoño tarda en estrellarse contra el suelo. Se quiebra el agua en el aire. Cada detalle como te lo cuento. El sol se asoma entre las estrellas, y el árbol inquieto no para de sonar. Se juntan los cristales del tiempo y a mi me toca pegarlos uno tras otro, uno tras otro. Me alejo del trabajo que con mis propias manos ayudé a reparar. La ingenuidad del día está en mi lugar.

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