jueves, 25 de enero de 2007

//...Hoy me transformé en un cuento...//


Se mostraba tranquila y alegre caminando por el sendero. Debajo de la lluvia entonaba una bella canción. Las gotas plateadas se transformaban en lágrimas al tocar su rostro. Sin embargo, la niña de vestido blanco tenía escondida entre sus cabellos negros una dulce sonrisa.
Su disfraz ocultaba su simpatía por la vida pero nadie mejor que ella sabía cuánto la valoraba (aunque sus marcas gritaran lo contrario). Sus ojos negros daban evidencia de su verdad escondida en lo más profundo de su alma. Tan escondida que ni ella misma podía encontrarla...
En un tramo del camino el sol la enciegueció y durmió en su interior...
Gritó tan fuerte que en la potencia de su voz se perdió...
Durante el próximo instante, la Luna apareció observándola contenta mientras las Estrellas acompañaban su danzar.
Entre las melodias nostálgicas de la Noche caminaba, corría y lograba volar...
De repente se detuvo. Nada sucedía y el tiempo se congeló en un instante.
A la Estrella más brillante preguntó de su búsqueda e iluminándola con su propia luz le respondió:
-Si tú no sabes lo que buscas jamás encontrarás. Cuestiónate a ti misma lo que deseas y tomáte tu tiempo con vos para reflexionar..."Dormir para mirar hacia adentro"...

Al escuchar esto, cerró los ojos y después de un suave e intenso suspiro en una Flor se transformó...

Cuando despertó, se encontraba en un lugar donde los colores rebeldes se fusionan entre sí y en instantes se pierden en la oscuridad. La mano del pintor se esfumó y la paleta de colores vibraba en el deseo de lo eterno al compás del nunca jamás...

Las otras 3 Flores alrededor de ella jamás la abandonarían...
Se entendían y miraban la vida de la misma manera tan diferente...
Como si toda la vida hubiesen sido pétalos de una misma Flor...

Los pájaros se perdían en el rosedal hasta que uno de ellos se percató de la extraña belleza de la niña transformada en flor. Sentía que jamás había visto belleza tan interesante.
Las demás aves no comprendían el compartamiento de su amigo volador. La veían tan común que no se explicaban el porqué de su actuación.
La Flor y el Ave se unieron en un segundo eterno y durante esa chispa se pertenecieron solo el uno para el otro. De repente, las agujas del reloj giraban tan rápido que el espacio se perdio como si nada hubiese pasado. Ella sentía la paz que sólo logró estando a su lado. "No fue un sueño", se dijo, y sin decir más sonrió...
Esperando el instante de una nueva chispa eterna junto a él...

Se perdió de sí misma...