viernes, 31 de agosto de 2007


Suenan tambores y acordeones a lo lejos.
El reloj late reflejando el corazón del tiempo.
Ingenuas soledades que danzan al compás de las melodías del viento.
Finitud infinita de seres imperfectos.
Todo bajo el resplandor del sol.
Almas que van y vienen. Entran sin golpear.
Sujetos ignorantes del resplandor lunar.
Voz temblorosa que esconden los gritos placenteros de agonía. Solo para mi.
Las estrellas traen ecos del otro lado de la existencia.
Miradas sublimes.
Enloquecemos viviendo.

Mientras bailemos y ríamos. Como si nada estuviera pasando.