lunes, 7 de septiembre de 1992

A mi hermano.-

Suelo descubrir 69 gramos de humanidad.

En ese ser iluminado por la luz del Sol. Porque si el Sol decidió iluminarte en ese instante eterno, una señal tiene que ser. El Sol no ilumina sin razón. Ilumina para vivir. Sí, sos la vida de mis días. Sos el Sol que me ilumina. Dirás: "El Sol es una estrella. En el universo, el Sol es una minúscula parte de lo eterno. Hay millones de estrellas más como el Sol."
Es ahí cuando te respondo: "Yo soy un universo también. Dentro mío has estrellas de todos los colores y de todos los tamaños. Sin embargo, ninguna es igual a la otra y es por eso que una ilumina más que la anterior. Porque las estrellas envejecen como la vida de cada uno. Y vos serás siempre mi estrella joven. Siempre serás la más fuerte de todas mis estrellas. Siempre serás la que me guíe y la que me mantendrá en pie."

Mi tataranieto va a pesar cada estrella del cielo.
La que pese 69 gramos la llamará Nazareno.