Sin embargo, los silencios hablan en los abismos que nos separan.
La
palabra no dicha es el más lindo y oscuro refugio
de
mi, de vos y de la inercia que esconden los días.
¿A
qué le temes?
A
objetivar aquello que no quiero pensar,
aquello
que está prohibido nombrar.
Objetivar,
¿pero qué locura es esa?
Tener
el miedo en mis manos,
cual
esfera de cristal a punto de caerse,
del
temblor de esos dedos torpes.
Pero
¡qué ganas de decirte tantas cosas!
(el
límite es infinito y tan frágil)
Presente
en esta burbuja,
donde
en cualquier instante,
la
mínima rajadura ¡hará que estalle el mundo!
Por los dioses, no te vayas. No me dejes.
Sé feliz a mi lado,
de la manera que elijas.
¡Qué
paradoja hermosa la vida!